
Descubre por qué el seguro a todo riesgo no cubre todo
Durante las vacaciones, el alquiler de coches se convierte en una herramienta esencial para quienes buscan libertad y comodidad en sus desplazamientos. Sin embargo, entre la emoción del viaje y las prisas por recoger el vehículo, muchos conductores caen en la conocida “trampa” del seguro a todo riesgo. Lo que a simple vista parece una garantía total frente a cualquier imprevisto, en realidad puede esconder limitaciones y costes adicionales que se descubren demasiado tarde.
El falso alivio del seguro a todo riesgo en alquiler
Contratar un coche de alquiler suele implicar un mar de documentos y cláusulas que se firman casi automáticamente. Entre ellos, el seguro a todo riesgo destaca como la opción “más segura” y conveniente, al menos según lo presentan las empresas de renting. La realidad, sin embargo, es más compleja: la mayoría de estas pólizas incluyen franquicias y exclusiones que, si no se entienden bien, pueden generar gastos considerables para el cliente. Esa sensación de estar completamente cubierto suele desvanecerse cuando llega la factura final.
Muchas compañías promueven este tipo de seguros con mensajes que invitan a la despreocupación. Pero en caso de accidente o daño al vehículo, si no se demuestra la culpa de un tercero, el conductor deberá abonar parte o incluso la totalidad de la reparación, dependiendo del monto pactado en la franquicia. En España, estas cantidades no son menores: pueden oscilar entre los 600 y los 1.000 euros fácilmente. Esto significa que incluso un pequeño arañazo o una abolladura podrían convertirse en un gasto imprevisto de cientos de euros.
Otra trampa frecuente es que el seguro a todo riesgo no cubre ciertos daños, como los ocasionados en el interior del vehículo, en llantas o neumáticos, ni los costes de limpieza si se devuelve el coche en mal estado. Estas lagunas contractuales hacen que el supuesto “seguro completo” esté lejos de serlo realmente. Por eso, antes de firmar, conviene pensar dos veces si el desembolso extra por esta cobertura compensa las limitaciones que conlleva.
Cómo evitar las sorpresas ocultas en la letra pequeña
El primer paso para no caer en estas trampas es simple, aunque pocos lo cumplen: leer detenidamente el contrato antes de firmar. Las empresas de alquiler pueden incluir tasas, impuestos o seguros adicionales en la letra pequeña que pasan inadvertidos en el momento de recoger el vehículo. Dedicar unos minutos a repasar las condiciones puede evitar disgustos posteriores y discusiones al devolver el coche.
Además, conviene inspeccionar el vehículo antes de salir, tomando fotos o vídeos de su estado. Cualquier daño previo debe quedar reflejado en el parte de entrega. De esta forma, si la empresa intenta atribuir al cliente desperfectos que ya existían, será mucho más fácil demostrar lo contrario. Este sencillo hábito puede ahorrar cientos de euros y mucho estrés al término del viaje.
Por último, es recomendable comparar opciones. No siempre el seguro ofrecido por la compañía de alquiler es la mejor alternativa: existen pólizas externas y coberturas de tarjetas de crédito que protegen frente a daños similares, a menudo por un precio menor y con condiciones más claras. Informarse con antelación permite disfrutar del viaje sin preocuparnos de cada pequeño rasguño o cláusula oculta.
El alquiler de coches sigue siendo una de las formas más cómodas de moverse durante las vacaciones, especialmente en los meses de verano. Sin embargo, el llamado “seguro a todo riesgo” puede convertirse fácilmente en un gasto innecesario si no se entienden bien sus condiciones. La clave está en informarse, leer y comparar antes de firmar. Solo así se puede disfrutar verdaderamente de la carretera sin trampas ni sobresaltos al final del viaje.